Ser la primera mujer en correr el maratón de Boston no fue nada fácil

Hace 50 años, Roberta Gibb defendió los derechos sociales con una sudadera y una capucha cubriendo su cabeza. Ella nunca se dio por vencida y, escondida en algún punto de Hopkinton, logró ser la primera mujer que corrió el maratón de Boston y marcó la historia de este emblemático evento.

-  Amby Burfoot / Traducción: Cintya Ojeda

Después de levantarse temprano el 19 de abril de 1966, Gibb, de 23 años, no tenía idea de qué comer, cómo vestirse o cómo llegar desde la casa de sus papás en Winchester, Masachussetts, al Maratón de Boston. Tras ingerir algo ligero (no recuerda qué comió) buscó entre la ropa del cuarto de lavado y halló una sudadera azul marino con capucha y un par de bermudas de su hermano, los cuales se puso por encima de su atuendo deportivo (un traje de baño negro). Los shorts se le caían, así que tuvo que amarrarlos a su cintura con una cinta enroscada (no es broma). Su papá gritó: “¡ilusa!”, por los sueños de su hija. Gibb tuvo que contarle a su mamá (quien estaba menos dudosa) sobre su viaje a Hopkinton. Ella nunca había estado ahí y no tenía la menor idea de lo que sucedería, solo sabía lo siguiente: su plan estaba prohibido ante la ley, quizás era ilegal y tenía que evadir la detención. Mientras corría por la ruta 135 hacia el centro de Hopkinton, la capucha tapaba su cabello. Ya en el centro le llegaron varios aromas (a café, palomitas y comida frita). Había gente que vendía globos y otras baratijas a los niños que salían aturdidos de sus escuelas. “Era una celebración de la primavera y quería disfrutarla”, señala Roberta. “Pero estaba bastante preocupada. Cada que veía a un policía tenía que correr, pensé que me arrestaría y llevaría a la cárcel”. En la calle Hayden Rowe estaba la línea de arranque en aquel 1966. Vio a un mar de corredores que trotaba hacia ella, venía desde la escuela de Hopkinton, a un kilómetro y medio de distancia. Entonces Gibb se apartó y encontró