"La verdad es que tengo todo: cabeza, manos, piernas y el resto del cuerpo. Lo que ocurre es que soy invisible. Es un fastidio, pero no lo puedo remediar” –El hombre invisible (1897)
Detrás de cada película clásica de horror, hay un manifiesto sobre la conducta humana en sociedad. Por lo menos esto lo descubrimos en las tradicionales producciones estelarizadas por monstruos que permearon en Hollywood a partir de los años veinte y hasta los cincuenta del siglo pasado. Fue el mítico Claude Rains quien interpretó a este personaje estelar de la novela de H.G. Wells en una versión de 1933 dirigida por James Whale. Posteriormente, esa misma anécdota ha sido reinterpretada de forma desigual en épocas distintas.
Originalmente, Johnny Depp protagonizaría el más reciente tratamiento como parte del Dark Universe que Universal Pictures pretendía construir a partir del lanzamiento de La Momia con Tom Cruise. Los resultados de dicha costosa producción no fueron los esperados, por lo que el estudio decidió cancelar los planes del proyecto a pesar de tener pactados a primeros actores en roles estelares como Russell Crowe, Javier Bardem y Depp, quien daría vida a El hombre invisible.
Es aquí donde interviene la casa productora Blumhouse, la cual tiene un contrato de producción con Universal y cuyos ejecutivos encontraron en la anécdota un vehículo sugerente para la audiencia de hoy en día.
“Fui una niña muy precoz. De muy pequeña me las ingenié para ver las películas clásicas de horror, ya sabes, desde Frankenstein hasta El hombre lobo, pasando por Drácula. Después vi las que correspondían a mi época, como Poltergeist. Y más adelante, ya como adolescente, todas las de Scream. Siempre he sentido una fascinación por este género”, expresa Elisabeth Moss, quien personifica a Cecilia Kass en esta historia.
Hay que ser justos y advertirle al lector que esta versión de El hombre invisible tiene como cimiento únicamente el esbozo de la novela de Wells. El guionista y director, Leigh Whannell –colaborador asiduo de James Wan y escritor de guiones como Saw (2004) y las tres entregas de Insidious– decidió adecuar la línea argumental elemental de la historia para ajustarla a un contexto mucho más contemporáneo.
En esta versión, la protagonista vive en un entorno de violencia doméstica pues su marido la agrede física y psicológicamente todo el tiempo. Cuando Cecilia decide separarse de él por su bienestar y el de su hija adolescente (Storm Reid), el esposo se suicida... o eso es lo que parece. El agresor deja una cuantiosa herencia a su viuda como declaración de presencia. Pero Cecilia no se separará tan fácilmente de él.
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