Cómo el ayuno de dopamina me ayudó a apreciar el presente

«El ayuno de dopamina es una práctica para evitar conductas compulsivas, como la dependencia de las redes sociales, el exceso de sexo la ingesta de algunos alimentos y el consumo de alcohol»

- Por Megan Johnson. Fotos por Istock and Nicky Lloyd

Un día normal, mi cabeza va a toda máquina. Durante la pandemia se desbocó por completo. Le conté a mi mentora que estaba teniendo sueños que reproducían a toda velocidad, como cuando se avanza rápido un vídeo, una consecución de imágenes y emociones de mi vida cotidiana escogidas al azar. Cuando me hizo ver que no estaba quieta ni un momento, que me obsesiono con la productividad y el siguiente encargo, me di cuenta de que probablemente mi salud mental se estaba viendo afectada por mi necesidad constante de tirar y tirar hacia delante.

El pasado marzo me refugié unos días en casa de mi madre para pasar el duelo de la muerte de un familiar, pero debido al coronavirus que se propagó en mi barrio de Boston, tuve que quedarme indefinidamente. Abrumada por los terribles y constantes titulares y enganchada a las redes sociales, comencé a sentir sobre los hombros todo el peso del miedo y la ansiedad por la pandemia. Al admitir que debía purgarme el cerebro de las interferencias que afectaban a mi bienestar, decidí que no me quedaba otra que resetear el sistema: es decir, hacer un ayuno de dopamina.

Para los no iniciados, el ayuno de dopamina es una practica concebida para evitar conductas compulsivas –como la dependencia de las redes sociales, el exceso de sexo, la ingesta de algunos alimentos y el consumo de alcohol–, las cuales se refuerzan por el flujo de las sustancias cerebrales agradables, y cuyo objetivo es ser capaces de gestionar mejor dichas conductas potencialmente adictivas.

Cómo funciona