EL ARCA POSMODERNA

Dios quiso condenar a la humanidad con un castigo ejemplar por la maldad e hipocresía con la que habían emponzoñado la tierra, ahogándola bajo las aguas de un diluvio que se llevaría por delante a todos los seres humanos a excepción de un hombre, Noe, y su familia... y de un zoologico flotante que resultó ser asombrosamente fértil. Miles de años después, volvió a hacer lo mismo enviándonos la pandemia y, esta vez, Marat Omarov, un visionario, se embarcó en un proyecto similar. Pero hoy El Arca, una aldea regenerativa moderna, no flota, sino que se construye en el corazón de Costa Rica.

- JAVIER QUESADA

Los caminos de Dios son insondables y sus bromas, a veces, de un humor negro digno de un cuento de Saki, no en vano se le considera como el maestro del género macabro. Sólo a Dios (o a Saki) se le hubiese ocurrido que la mejor solución para limpiar el estercolero en que sus criaturas habían transformado el mundo era un centrifugado cósmico. Dicho y hecho, encapotó los cielos con unas nubes tan inquietantes como las mascarillas con las que tuvimos que cubrir nuestras bocas y nuestras economías-hace unos años cuando estalló la pandemia. ¿Sirvió para algo? Para erradicar la maldad no, desde luego; pero sí para que se produjese un cambio de paradigma a todos los niveles, también en el más alto: en el del lujo. De la noche a la mañana, (re)descubrimos los valores tradicionales: la ética, la seguridad, la empatía... Todo eso que nos distingue a los seres humanos de las bestias... que, por cierto, nunca perdieron de vista esos mismos valores: el ser humano es la única criatura del planeta capaz de matar por placer, por avaricia o por puro aburrimiento. Incluso es capaz de aniquilar su propio ecosistema.

Para construir las primeras viviendas de The Ark se ha empleado el mismo material con el que se construyeron las pirámides aztecas: geocreto.