Una ilusión llenita de lecciones

Una de las cosas más importantes en el desarrollo temprano es aprender a trabajar en equipo, tener empatía con otros, desarrollar imaginación y ser creativos; justo estos procesos los podemos fomentar con la Navidad.

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Por ejemplo, hacer partícipes a los niños de poner el árbol de Navidad y, si pueden, decorarlo con cosas hechas por ellos para fomentar su creatividad y la convivencia en familia. Además, pueden estar involucrados en la organización del evento familiar, lo que les hará tener momentos recreativos sanos que, por supuesto, son importantísimos para su buen desarrollo.

En este sentido, esta tradición encierra mucho de positivo para los niños y la familia, pues fomentar el uso de la imaginación y la fantasía en edades tempranas es favorecedor para lograr comprender el mundo y adaptarse a él. Sin embargo, debemos tener cuidado en que ello no se vuelva el centro de atención de la época y que los pequeños no estén obsesionados con pedir más y más cosas materiales al punto de que si no obtienen todo, se frustren.