Donkey Kong Bananza

UN VIAJE AL CENTRO DE LA DIVERSIÓN

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Donkey Kong es uno de los decanos del videojuego, y Nintendo le ha vuelto a soltar la corbata para que desate el caos como en aquel arcade de 1981 que lo dio a conocer.

Donkey Kong es uno de los decanos del videojuego, y Nintendo le ha vuelto a soltar la corbata para que desate el caos como en aquel arcade de 1981 que lo dio a conocer.

En 1999, Donkey Kong daba el salto a las plataformas 3D con el mítico DK64 y, veintiséis años después, el legendario simio regresa por la puerta grande a ese género con un juego que es toda una declaración de intenciones.

Porque Donkey Kong Bananza es el segundo gran exclusivo de Switch 2, tras Mario Kart World. Nintendo podría haber ido a lo fácil y haber acompañado el lanzamiento de la consola con un nuevo Mario 3D, pero, en lugar de eso, lo ha apostado todo al gorila, para dejar claro que ésta es una de sus licencias más importantes, al nivel de la propia Mario o de The Legend of Zelda. De hecho, el equipo responsable del juego es el mismo que el de esa joya llamada Super Mario Odyssey.

El punto de partida de la aventura es el descubrimiento de una veta de plátanos dorados en Isla Lingote.

Como máximo experto en tan amarillenta fruta, Donkey Kong viaja hasta allí para ponerse las botas, pero la Void Company, una villanesca empresa, roba todos los plátanos y cava un enorme hoyo en la tierra que arrastra al protagonista hacia las profundidades. De esta manera, el gorila conoce a Pauline, una joven con pánico escénico junto a la que se embarca en una aventura hacia el centro de la Tierra.