UN GENIO LLAMADO ROBIN Williams

Fue un artista de la comedia y la improvisación, pero detrás de su sonrisa se escondía un hombre que luchaba contra la depresión y la adicción a las drogas y al alcohol.

- EUNICE CASTRO ORCHILLÉS

Robin McLaurin Williams nació el 21 de julio de 1951, en Chicago, Illinois. Su madre, Laurie, era una exmodelo dedicada a organizaciones caritativas. Su padre, Robert Fitzgeral Williams, fue un alto ejecutivo de Ford Motor Company. Ambos venían de prominentes familias y eran divorciados, y cada uno tenía un hijo de sus matrimonios anteriores. El medio hermano paterno de Robin, Todd Williams, era 13 años mayor que él, y el materno, McLaurin Smith, cuatro años.

El pequeño Robin creció solitario y atendido por su niñera. A los siete años, ingresó a la Gorton Elementary School y sus compañeros se burlaban de él por su pequeña estatura y sobrepeso. Solían gritarle “duende” o “enano” y lo lanzaban contra las paredes.

Debido al trabajo de su padre, Robin tuvo seis cambios de escuela en ocho años. En todas sufrió acoso. Por suerte, a los 12 años de edad, su familia se mudó a Michigan, a una mansión en el elegante suburbio de Blooming Hills. Como única compañía, Robin tenía a su perro Duke y a su tortuga Carl, y una vez instalado en la enorme casa convirtió el tercer piso en su dominio privado. Allí jugaba con su colección de 10 mil soldaditos y juguetes bélicos.

COMEDIANTE DE CORAZÓN

Para llamar la atención de sus padres, cuando había fiestas en su casa y los invitados se marchaban, él los deleitaba imitándolos. “Yo actuaba para mis padres como una manera de decirles ‘ámenme’”, dijo Williams, según Jay David, autor de