SUGAR HACKING Bye-bye, picos...hola energía

Si tienes antojos porque te ha entrado un bajón, notas niebla mental o incluso cambios bruscos de humor, no es tu culpa, sino del azúcar.

- MARIANA PORTOCARRER

Aún recordarás el día del gran apagón. Pues bien, ante un pico de glucosa, tu organismo reacciona de forma similar a un cortocircuito eléctrico. Primero percibe un exceso repentino de energía, te sientes a tope, pero después, llega sin remedio la caída a la oscuridad. «Cuando comemos mucho azúcar libre, la glucosa sube de golpe y la insulina (la hormona encargada de bajar el azúcar en sangre) trata de "apagar el incendio" lo más rápido posible; esto genera que el azúcar caiga incluso por debajo del nivel óptimo, y así, sentimos agotamiento, hambre, malestar o necesidad de comer más de nuevo porque el cerebro interpreta que necesita combustible rápido», explica Elena Garrido, especialista en nutrición funcional y autora del libro Tu cerebro está inflamado (ed. Zenith). ¿La buena noticia? Se puede salir del bucle.

Jugando al pilla pilla

Primero, toma conciencia de cómo te alimentas. Cuando bebes un refresco puedes estar consumiendo más de los 25 g diarios de azúcar libre (el equivalente a 6 cucharadas) que la OMS (Organización Mundial de la salud) recomienda como consumo límite al día. Los zarandeos de la glucosa están asegurados al ingerir este hidrato de carbono simple en su versión menos popular (azúcar blanco, dulces, bollería industrial o ultraprocesados), pero otros alimentos camuflados, que pueden parecer más sanos, actúan como auténticos bombarderos de azúcar en sangre.

Al tomar carbohidratos refinados y azúcares, tu sistema digestivo los descompone en glucosa y dispara los niveles en sangre