Diálogos hacia el diseño como manifiesto

Desde la moda y la arquitectura, Carla Fernández y Alejandro D'Acosta comparten una conversación que bordea la sostenibilidad, la memoria y la urgencia de crear sin ceder ante la voracidad del sistema. Diseñar, dicen, es resistir, recordar y volver al origen.

- GABRIELA ESTRADA

¿El diseño puede ser un acto de resistencia? ¿La arquitectura puede desobedecer al mercado? ¿Y la moda puede convertirse en un espacio de justicia cultural? Esta conversación –más que una entrevista– se teje entre dos voces que, desde lenguajes distintos, coinciden en una misma intuición: el diseño del siglo XXI no debe seguir siendo neutral. Tiene que ser manifiesto.

A lo largo de sus trayectorias, Alejandro D'Acosta y Carla Fernández han hecho del diseño una herramienta para transformar las lógicas que lo sostienen. Él, desde una arquitectura que desmantela las jerarquías del lujo y reutiliza los materiales que otros desechan. Ella, desde una moda que se aleja de la autoría única para visibilizar los saberes textiles que dan cuerpo a cada prenda. Ambos, desde un lugar que interpela al sistema: el margen.

Esta conversación se construyó como un manifiesto a dos voces sobre el poder político del diseño. Sobre lo que duele, lo que conmueve, lo que inspira. Porque si el diseño del siglo XXI quiere seguir siendo relevante, tendrá que dejar de ser neutral.

Gabriela: Carla, Alejandro, muchas gracias por esta conversación. Para comenzar, nos gustaría detenernos en lo esencial. Más allá del oficio, de la técnica, de las formas, ¿qué los mueve a crear? ¿Cuál es esa urgencia íntima –o colectiva– que los empuja a seguir diseñando, incluso cuando el mundo parece deshacerse?