Hijos De La Crisis

EL BOLSO DE LA TEMPORADA, LA FIEBRE POR LO 'VINTAGE' O LA MODA DEL GANCHILLO RESUMEN EL ESPÍRITU DE NUESTRA ÉPOCA DE FORMA MAGISTRAL. PERO PENSÉMOSLO: ¿TODAS ESTAS TENDENCIAS NOS GUSTAN DE VERDAD?

- Violeta Valdes

Cada vez que un sujeto ajeno al universo del lujo, sin gusto ni interés por la moda, hojea una revista como esta, suele arquear las cejas con incredulidad, poner los ojos en blanco como muestra de escepticismo y preguntar, escandalizado, mientras señala algo: "¿Pero cómo puede ser tan caro?". Tú se lo explicas con paciencia: "Lleva decenas de horas de trabajo artesanal exquisito"; "es de lona, sí, pero es un icono absoluto, elaborado para durar de por vida"; "es más que una sudadera, es Balenciaga, y duplica ese precio en el mercado de reventa"... Este tipo de episodios se multiplicó durante los últimos años, cuando la alianza entre alta gama y streetwear arrancó, alcanzando un auge inusitado. En aquel momento, el lujo flexibilizó su acepción y la industria de la moda abrazó la ironía. Como consecuencia, la crítica de moda ha defendido casos extremos, haciendo en ocasiones unas apologías tan forzadas que han tenido consecuencias negativas: hijos de la crisis, así los llamamos. Se trata de tendencias que nacen de la crisis como una solución para crear equilibrio económico y social. Por ejemplo: ¿un chándal de mil euros? Es un hijo de la crisis. El rico lo lleva porque el lujo lo legitima sobre la pasarela, mientras el resto caza la réplica del