La revolución del ayer

Hace medio siglo, la película Easy Rider le dio un golpe al statu quo de Hollywood y abrió la puerta a una nueva generación de autores. No se ha visto una como ésa desde entonces.

- Por Alonso Díaz De La Vega

La revolución de ayer está condenada a ser el clásico de hoy y, con algo de memoria, también de mañana. Al ver Easy Rider (1969) uno se pregunta si los entu siastas de la mariguana en la pantalla tenían idea de que la película que escribieron, estelarizaron y que uno de ellos dirigió erráticamente mientras el otro –en su rol de productor– intentaba controlarlo, sería el pilar de la década más interesante del Hollywood moderno. A juzgar por la historia de la producción, no. La intención original, según el actor y escritor Peter Fonda, era fastidiar a Jack Valenti, el presidente de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, que dio un discurso sobre la urgencia de hacer más películas como Doctor Dolittle (1967) y menos sobre motocicletas, sexo y drogas. Fonda sintió la mirada de Valenti cuando dijo esto último y supo que se refería a Ángeles salvajes (1966), protagonizada por él y dirigida por Roger Corman.

En aquellos años, el mundo estaba cambiando: la moral cristiana temía el avance de la izquierda internacional, que amenazaba la mojigatería y el miedo al cuerpo; las drogas dejaban de ser el refugio de los bohemios para convertirse en el experimento casi obligado de la juventud. Parecía inevitable hacer el