Elvis... para siempre

La magia emanada alrededor de Elvis Presley evoca no sólo al rock and roll, sino a la base pura de la iconografía norteamericana. El Rey es una de las cuatro o cinco mejores cosas que Estados Unidos le ha dado al mundo.

- Por Carlos Jesús González

Dejemos de una buena vez las teorías conspiratorias que aseguran que Elvis Aaron Presley no falleció el 16 de agosto de 1977. Vamos: 160 kilos –metidos en un cuerpo de 182 centímetros– y un coctel en el que se combinó Diazepam, Metacualona y diez veces la cantidad de codeína recomendada –entre otros estimulantes químicos–, se antojan elementos suficientes como hasta para acabar con un bisonte. Y por lo demás, vale la pena darle la vuelta al asunto: ¿de verdad querríamos verlo enfundado en los 83 años que habría cumplido este 8 de enero?

Es probable que ni a él mismo le agradase la idea de terminar sus días rememorando glorias pasadas con la voz cascada y las manos temblorosas y tapizadas de lunares. Eso está bien si se es Tony Bennett, Tom Jones o alguna otra figura de la balada, pero difícilmente cuadraría en quien simboliza la esencia misma del