El sueño de Senosian

Es el principal exponente de la bioarquitectura en México. En cinco años quiere transformar el Nido de Quetzalcóatl en un parque y un museo.

- Carlos Acuña

Todavía no se acostumbra a abrir o cerrar una puerta: esos objetos rectangulares que suelen separar una habitación de otra, aún le parecen un absurdo. «Tampoco estoy acostumbrado a los cajones —dice— y también es raro eso de abrir y cerrar cortinas».

Hoy, Javier Senosiain vive en un departamento al sur de la Ciudad de México. Tiene que ser así, dice, porque sus hijas estudian en Ciudad Universitaria. Hubo un tiempo, sin embargo, en que su morada —así prefiere llamarla—, el lugar que habitó junto a su familia por más de 20 años, era un espacio con forma de embrión en Naucalpan, Estado de México; un lugar sin esquinas ni líneas rectas, puras formas redondeadas, cada habitación construida de acuerdo con las proporciones humanas. Cubierta de pasto por fuera y rodeada de árboles, en esa casa despertar era algo sencillo: los primeros rayos del sol entraban, sin diƒ cultad, por las ventanas redondas. En aquel sitio, no había necesidad de abrir puertas ni cerrarlas; el miedo quedaba siempre afuera.

LA SERPIENTE EN SU NIDO

Javier Senosiain tiene casi 70 años y ahora camina por un sendero rodeado de mosaicos que se degradan del verde al naranja, un camellón ondulante que atraviesa un pequeño río de agua corriente.

Estamos no muy lejos de su antiguo hogar, su