LUCES CONTRALA SUPERSTICIÓN

La Europa protestante fue testigo de una persecución atroz contra la brujería entre el Renacimiento y la Ilustración. Se estima que en el Viejo Continente se sentenció a muerte a 60.000 personas; la gran mayoría de las víctimas eran mujeres de zonas rurales. La caza de brujas acabó cuando la razón y el y conocimiento ganaron terreno a la superstición.

- IBON PÉREZ

EL SIGLO DE LAS LUCES.

Así llamamos al siglo XVIII, el de la razón y los ilustrados -representados en este famoso cuadro de Anicet Charles Gabriel Lemonnier, Lectura de la tragedia "El huérfano de la China" de Voltaire en el salón de madame Geoffrin (1812)-, y también aquel en el que por fin acabó la locura de la caza de brujas en el continente europeo.

Para los tribunales civiles y eclesiásticos del siglo XV al XVIII, el simple hecho de que hubiese mujeres que sabían distinguir plantas venenosas de otras que no lo eran podía ser razón más que suficiente para que acabasen quemadas en la hoguera o, en el mejor de los casos, injustamente encarceladas. El crimen de brujería –solo el 8% de los procesos judiciales abiertos entre 1540 y 1700 en España corresponden a esta causa- consistía en un compendio de imputaciones por el supuesto uso de magia para provocar daños morales y desgracias terrenales como peste, heladas, hambrunas, malas cosechas y un sinfín de adversidades. Se creía que había mujeres que se reunían en aquelarres a los que llegaban volando sobre sus escobas, que sacrificaban niños y que eran capaces de metamorfosearse en gatos domésticos.

FRIEDRICH VON SPEE.

De nombre completo Friedrich Spee von Langenfeld (1591-1635), fue un jesuita y poeta alemán considerado el primer criminólogo crítico por su oposición a la caza de brujas y a la tortura en general.