Tres peces agujetas blancas (Hyporhamphus unifasciatus), pescadas en el golfo de México en 1954, reflejan la profundidad de la colección del biólogo Royal D. Suttkus, quien documentó cambios en la población de peces en la región durante más de 50 años.
Justin Mann, encargado de la colección, acuna un esturión del Atlántico (Acipenser oxyrinchus). Las represas que bloquean las zonas de reproducción amenazan a las especies. Los investigadores valoran este muestrario porque revela cómo los cambios medioambientales afectan a los peces.
ES UNA COLECCIÓN de historia natural como salida del sueño de un director de cine de terror y la encuentras si conduces por un sendero de terracería llamado Wild Boar Road unos 15 kilómetros hacia el sureste de Nueva Orleans, hasta un terreno que es parte pantano y parte selva, en un recodo del río Misisipi. Caimanes y serpientes acuáticas habitan el bosque enmarañado a la izquierda. A la derecha se yergue el polvorín A3, con sus flancos bien reforzados contra el riesgo de una explosión y su muelle de carga resquebrajado e inclinado hacia adelante.
Hay 26 depósitos como ese, distribuidos ampliamente por la propiedad de unas 160 hectáreas, en su mayoría abandonados. Durante la Segunda Guerra Mundial, naves de la armada estadounidense se detenían ahí para recoger obuses antes de hacerse a la mar.
En la actualidad, el lugar es propiedad de la Universidad Tulane y los visitantes suelen ser biólogos atraídos por los casi ocho millones de peces muertos que albergan los polvorines A3 y A15.
En su interior, los peces se remojan en alcohol en frascos de distintos tamaños herméticamente sellados, alineados en estantes de hasta tres metros de alto que se extienden hilera tras hilera a lo largo de 11 metros. Algunos especímenes son estrafalarios. Un par de docenas de peces espátula se apiñan en un vitrolero de 19 litros, con sus aletas traslúcidas elevadas hacia el cielo, como congregantes en una oración extraterrestre. Nueve de las 22 hileras de la colección principal son miembros de la familia Cyprinidae, que en su mayoría son carpas.
Es el muestrario de peces más grande del mundo, título que viene con un asterisco.
“Es en realidad la colección poslarval de mayor tamaño”, explica Justin Mann, de 38 años y encargado de la colección, quien pasa mucho tiempo combatiendo el moho que se esparce una y otra vez por las paredes interiores. Contiene el mayor número de especímenes, añade, no de especies. De hecho, más de un millón de ejemplares pertenece a una sola especie, Cyprinella venusta. La colección incluye forasteros de lugares tan remotos como Indonesia. Pero la mayoría de los peces ahí eran originarios del sureste estadounidense, desde la costa del golfo en Texas hasta las Carolinas.
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