EL EFECTO DE LA MÚSICA TRISTE SOBRE NUESTRO CEREBRO

La comedia romántica ha convertido en una caricatura la imagen de alguien escuchando baladas tras una ruptura. Pero detrás del estereotipo, podría haber realmente una forma de sanar. Un nuevo estudio afirma que disfrutar de canciones lentas mejora el ánimo en pacientes con depresión gracias a la sincronización de la 'amígdala extendida'.

- VICENTE BUSTILLO,

Cuanto más disfrutamos de la escucha de una canción, independientemente de si su tono es alegre o triste, mayor grado de mejora emocional tenemos.

Es posible que la historia te suene porque salió publicada hace unos años en medios de todo el mundo con titulares como «La brillante reacción de un padre ante el drama sentimental de su hija adolescente». La protagonista era Daleynee, una adolescente norteamericana hundida tras la ruptura con su novio del instituto. Después de horas encerrada en su habitación escuchando canciones tristes, recibió en el móvil un mensaje de su padre desde el salón: «Daleynee, por favor, baja tu música triste. Aún así podemos escucharte llorando... Y cállate ya, él era feo». Acostumbrada al sarcasmo de su padre, la chica se lo tomó con humor: hizo una captura, la subió a su cuenta de Twitter y el mensaje se hizo viral, desatando risas y aplausos entre los usuarios de la plataforma. Ahora viene el debate: ¿hacía bien el padre en burlarse de su hija para sumergirse en la misma tristeza para sanar sus heridas sentimentales? La ciencia dice que no. Un estudio publicado hace unos meses por la revista Cell Reports demuestra cómo las oscilaciones neuronales del córtex auditivo —que percibe el sonido e identifica tonos, volumen y proveniencia del mismo— facilita la activación del circuito de recompensa —que procesa la información emocional— y alivia los síntomas depresivos.

Un estudio concluye que escuchar música puede ser una intervención accesible para tratar la depresión