CISNES NEGROS

ESTA FIGURA SIMBOLIZA LO INESPERADO E IMPREVISIBLE, AQUELLO QUE ES POCO PROBABLE QUE OCURRA. SUCESOS QUE REQUIEREN DE ESPECULACIÓN Y DE HIPÓTESIS.

- JAVIER MORENO

Fue el explorador holandés Willen de Vlamingh el primero en contemplar en 1697 esa rareza ornitológica que es el cisne negro. El avistamiento se produjo en el río Swan, ubicado en el suroeste de Australia. Un siglo más tarde, fue el ornitólogo británico John Latham quien introdujo el cisne negro en Inglaterra. A partir de ahí, la especie empezó a criarse en cautividad y a extender su presencia en parques y jardines de todo el mundo. Uno puede pasear junto al lago del Palacio de Cristal del parque de El Retiro sin ser consciente de que esos cisnes negros que nadan en sus aguas son una excepcionalidad genética. El cisne negro -su rareza- ha servido como metáfora de aquellos fenómenos infrecuentes e imprevisibles. Antes de su descubrimiento, ya se usaba en el mundo anglosajón la expresión black swan para referirse a algo imposible o inexistente. En realidad fue Juvenal, en uno de los versos de sus sátiras, el primero en acuñar la expresión: rara avis in terris nigroque simillima cygno (un ave rara en el mundo, muy parecida al cisne negro). Sin embargo, fue el inversor Nassim Taleb quien popularizó la expresión en su ensayo El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. Allí Taleb detalla las características del «cisne negro»: imprevisibilidad, impacto extremo y retrospectiva distorsionada. Entremos a detallar cada uno de estos rasgos:

Imprevisibilidad: se trata de un evento raro, fuera del ámbito de las expectativas normales y comunes y que no puede anticiparse usando los datos históricos.

Impacto extremo: tiene consecuencias significativas y de gran alcance en la economía, la política, la ciencia o en la sociedad.

Retrospectiva distorsionada: tras su ocurrencia, las personas tienden a racionalizarlo como si hubiera sido totalmente previsible.