El valor del testimonio

Creado en secreto por Emanuel Ringelblum en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial, este archivo documenta la vida, resistencia y sufrimiento de los judíos bajo la ocupación nazi. Hallado tras la guerra, fue declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial en 1999, de modo que se encuentra incluido en la Memoria del Mundo (entre los documentos más valiosos de la literatura mundial) por su valor de testimonio de la humanidad. Esta es su historia.

- SEBASTIÁN GÁMEZ MILLÁN

Hasta qué punto las personas se pueden aferrar a la escritura y a otras formas de testimonio en medio de los horrores de la guerra y la deportación hacia campos de exterminio? A juicio de la pensadora María Zambrano, «lo que diferencia a los géneros literarios unos de otros, es la necesidad de la vida que les ha dado origen. No se escribe ciertamente por necesidades literarias, sino por la necesidad de que la vida tiene que expresarse. Y en el origen común y más hondo de los géneros literarios es- tá la necesidad que la vida tiene de expresarse o la que el hombre tiene de dibujar seres diferentes de sí o la de apresar figuras huidizas».

Parafraseando a Marcel Proust, escribió María Zambrano que «todo el que hace una confesión es en espera de recobrar algún paraíso perdido». Tengo para mí que aquel que ofrece testimonio, y más en un contexto histórico como el del gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial, aguarda a que alguien, en algún lugar, reciba esa botella arrojada al mar de la esperanza, ya sea para saber del destino de quien la escribió, ya sea para saber sobre el incierto devenir de la humanidad.

A continuación describiremos brevemente la historia de un archivo que en 1999 fue declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial, de modo que se encuentra incluido en la Memoria del Mundo, es decir, entre los documentos más valiosos de la literatura mundial, no por su calidad expresiva, sino antes bien por su valor de testimonio de la humanidad. Es un desgarrador y ensordecedor grito cuyo eco no debemos dejar caer en el olvido, porque como indicó Primo Levi: «Ha sucedido y, por consiguiente, puede volver a suceder. Esto es la esencia de lo que tenemos que decir».

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