UNA ÚLTIMA RUTA COMO DESPEDIDA

Ruidoso, salvaje, sucio y anticuado: uno de los últimos de su especie vuelve a darlo todo en la autopista de las emociones de los grandes coches. Viajamos con el Dodge Challenger Swinger y con sus 492 CV de Nueva York a Washington

- Hauke Schrieber

Adiós a Nueva York e inicio mi viaje hacia el sur. ¿Está el Challenger descatalogado o es el último ejemplar de una época brutal?

JUNTO A UN MOTEL BARATO A POCOS PASOS DEL MAR, doy marcha atrás con mi Challenger delante de una de las habitacio­nes. Este coche verde cuesta 66.815 dólares (más impuestos) y ha sido el coche soñado de muchos estadouni­ denses. Aún lo es.

"Last call": Esta insignia en la que pone "Ultima llamada" se sitúa en el vano motor. Lamentablemente, no hay ninguna numeración que indique que se trata de una edición limitada

Una mujer joven sale de la habi­ tación que está detrás de la parte trasera de mi Dodge, maldiciendo, excitada o sobresaltada por el soni­do del motor. Se detiene, mira fija­ mente, asiente con la cabeza, casi sonríe, murmura "guay" y desapa­ rece de nuevo en su guarida. Quizá vuelva a probar suerte esta noche en los casinos baratos de Atlantic City. Puede que este instante haya sido lo mejor de su día.

A la luz del atardecer: el Challenger también causa furor en el barrio de Bushwick, en Brooklyn

Este es el último baile en plan