Los Besos, Ese Misterio Evolutivo

ASÍ, EN FRÍO, JUNTAR LABIOS E INTERCAMBIAR SALIVA ES UN COMPORTAMIENTO QUE INCLUSO PODRÍA CONSIDERARSE REPUGNANTE, PERO EN NUESTRA ESPECIE –Y PRÁCTICAMENTE SOLO EN ELLA– HA ADQUIRIDO UN SIGNIFICADO AFECTIVO Y SEXUAL. ¿POR QUÉ?

- Pablo Herreros

La mayor parte de la gente cree que nos besamos para sentirnos bien o manifestar deseo o cariño, y en parte es verdad. Pero ¿cuál es el auténtico origen de esta expresión cuyo principal canal de comunicación es el sentido del tacto? En principio, solo consiste en juntar los labios e intercambiar saliva, algo, a priori, asqueroso. De hecho, es un comportamiento muy raro en el reino animal. La mayoría de especies carece de labios, aunque algunas se lamen o se frotan la nariz y la cara, especialmente los mamíferos y ciertas aves, como los pingüinos. En ellos podemos rastrear los orígenes de nuestros besos.

Para los cánidos –perros y lobos– este contacto está asociado con las conductas que surgen durante la maternidad. Las madres suelen dar lengüetazos a sus cachorros, y otras veces son las crías quienes lamen a sus progenitores en las comisuras de los labios para que les regurgiten la comida. Solo los chimpancés y los bonobos besan de una manera equiparable a la nuestra. Los segundos, por ejemplo, usan el ósculo en multitud de situaciones: algunos expertos sugieren que con sus besos húmedos intercambian biomasa intestinal para mejorar la inmunidad. También recurren a ellos para reconciliarse después de una pelea, reducir la ansiedad o sellar vínculos con otros miembros. Y otras veces los propinan solo por placer, como nosotros.

Ambos grandes simios también se dan comida con la boca, lo que ha dado lugar a la hipótesis de la