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LA ÚLTIMA KUMARI

LA VIRGINIDAD SIGUE SIENDO UN PARÁMETRO PARA VALORAR LA APTITUD DE LA MUJER COMO ESPOSA Y MADRE. BANGLADÉS SE SACUDE EL PREJUICIO. AL MENOS, SOBRE EL PAPEL.

Las mujeres bangladesíes ya no tendrán que firmar su virginidad para casarse. Eso dice la nueva Ley de Matrimonio y Divorcio Musulmán, que atañe a un 90% de la población. A pesar de que el estado es secular por ley, la religión más tradicional está fuertemente arraigada. Por eso, a nadie le extrañaba que las mujeres estuvieran obligadas a declarar su estado en el registro civil. A elegir entre las siguientes opciones: viuda, divorL ciada o kumari, un término que hace referencia tanto a su soltería como a su virginidad. La palabra caduca este mes. En agosto y después de 3 años de litigio, el Tribunal Supremo falló a favor de cambiar el formulario y sustituir kumari por obibahita, que solo tiene una acepción: soltera. Además, la obligación se extiende por primera vez al hombre, que también deberá declararse viudo, divorciado o soltero. A ellos nunca les tocó dejar por escrito el estado de su actividad sexual. La medida entra en vigor este mes gracias a la lucha de tres grandes oenegés bangladesíes: Nari Pakkho, Bangladesh Mahila Parishad y BLAST, volcadas en hacer cumplir la Convención de la eliminación sobre todas las formas de violencia contra la mujer, promovida por Naciones Unidas y firmada por Bangladés en 1984. Eso sí, con reserva a varios artículos que, según el gobierno, entraban en conflicto con el Corán. La igualdad, en la práctica, sigue siendo cuestión de fe.