EL REY DE LAS NUEVAS VIDAS

Si tienes 8.000 trozos de cordel o unos guardarraíles de ocho metros y no sabes qué hacer con ellos, este hombre tiene algo que decirte

- Tom Vanderbilt

EN UN DÍA cualquiera de Damon Carson, en su oficina en Denver, Colorado (Estados Unidos), recibe innumerables correos electrónicos de consultas para deshacerse de cosas. No hablamos de alguien que trata de librarse de una nevera vieja o ropa pasada de moda. Se trata de grandes empresas que buscan deshacerse de cantidades ingentes de cosas que si no, irían al vertedero.

Carson, de 51 años, recibió por ejemplo una solicitud de recogida de rollos sobrantes de lona que cubre estadios deportivos abovedados. Un fabricante de baterías tenía 22 toneladas de sulfato de bario utilizado en baterías de plomo-ácido: el contenido de hierro era demasiado alto. Un minorista de artículos rebajados tenía veintiocho palés de envoltorios de plástico esperando a ser reutilizados. Y una empresa recreativa quería saber si Carson estaba interesado en 360 kilogramos de cuerdas azules de 85 centímetros de largo cada una, que el fabricante ya no necesitaba para hacer asas en el interior de las neveras.

"No quieren simplemente tirarlo", explica. "Ni deberían hacerlo. Porque tiene valor".

Las preguntas qué clase de valor, y para quién, son las que dan sentido al día a día de Carson. Llámalo, como se llama a sí mismo, especulador de residuos o malabarista de materiales. Un celestino del complejo e interminable flujo de residuos del capitalismo contemporáneo, que no trata de emparejar a unas personas con otras, sino cosas con personas.

"Solo estoy apostando a que en algún lugar del mundo puedo encontrar un hogar para 8.000 tramos de cuerda", dice Carson.