¡Sal a jugar! una guía para reconectar a los niños con la naturaleza

En un mundo cada vez más dominado por pantallas y actividades sedentarias, ¡Sal a jugar!, de Clara Pons-Mesman (Larousse, 2024) llega en el momento perfecto para recordarnos la importancia vital del juego al aire libre en el desarrollo infantil.

- 

Guía de actividades y juegos al aire libre

La autora, que tras su maternidad detectó cómo los niños juegan cada vez menos en espacios exteriores, creó el proyecto “Tierra en las manos” en 2015, dedicado a promover el juego en la naturaleza. Esta experiencia, sumada a su formación en pedagogía viva y espacios exteriores para niños, se refleja en cada página de esta obra, que resulta una invitación irresistible a apagar los dispositivos y salir a explorar el mundo real.

Por qué

“Ya hay muchos manuales de instrucciones: este es un libro que se plantea el porqué de las cosas”, advierte la autora desde el principio. Y ese “porqué” es cada vez más relevante: según estudios recientes, los niños pasan hoy hasta un 90% menos de tiempo al aire libre que sus abuelos, mientras el tiempo frente a pantallas no deja de aumentar.

El libro aborda esta problemática sin caer en la nostalgia. “No se trata de un lamento por saberes y conocimientos de juegos que se han perdido, sino de ver que no han sido reemplazados por nuevas alternativas”. Este enfoque constructivo hace que la obra sea un valioso recurso para familias, educadores y cualquier adulto comprometido con el bienestar infantil.

Beneficios del juego al aire libre

La primera parte del libro nos recuerda y fundamenta por qué deberíamos priorizar las actividades exteriores. Entre los beneficios encontramos:

• Mejora de la salud física y mental: La exposición a entornos naturales reduce el estrés y aumenta la concentración. El ejercicio físico en espacios abiertos fortalece músculos, aumenta la densidad ósea y mejora el equilibrio y la coordinación.

• Fortalecimiento del sistema inmunitario: El contacto con la tierra y la biodiversidad enriquece la microbiota intestinal y cutánea de los niños, como demuestra un estudio realizado en Helsinki en 2020.