MIGRACIÓN: EL CONFLICTO QUE ASFIXIA LA REGIÓN

El conflicto migratorio que agudizó Donald Trump con sus políticas unilaterales, abrió un escenario que todos conocían, pero que no fue atendido por generaciones. Ahora corresponde a los gobiernos centroamericanos y norteamericanos asumir y resolver un problema que se gestó con el abuso de unos y la indolencia de otros.

El pasado 12 de julio, Donald Trump en una arremetida más en su lucha contra los migrantes, anunció que a partir del domingo 14 iniciaría en toda la unión americana redadas masivas para detener y deportar indocumentados. La medida no se ejecutó como lo había manifestado el mandatario, pero provocó un estado de psicosis y terror en toda la comunidad migrante que vive y trabaja en Estados Unidos.

La anterior fue una muestra más de las formas de hacer política del actual presidente de Estados Unidos. Directas y crudas como es su costumbre, las palabras de Trump justificaron su decisión: “Perdón, no los puedo dejar en mi país”, declaró en Twitter.

Finalmente, todo quedó en un acto de intimidación que sembró el terror en miles de familias centroamericanas que viven principalmente en el sur de Estados Unidos y que al cierre de esta edición volvió a arremeter con el tema de las redadas.

La amenaza sirvió para poner en la mira los centros de refugiados, mismos en que se ha dicho imperan las condiciones inhumanas en que se encuentran aquellos migrantes que han sido detenidos durante su intento de llegar al país del norte. La situación ha sido equiparada por algunos organismos internacionales con campos de concentración.

La crisis migratoria también ha sacado a flote cientos de historias que retratan la miseria y precariedad a la que se enfrentan quienes deciden abandonar su país por una vida mejor. Decesos, familias separadas y niños sin padres, son el denominador común de los relatos que viven los migrantes todos los días.