La habitación de Clara Porset

Después de 63 años, el Estudio B”, espacio donde la diseñadora dio vida a algunas de sus obras más destacadas, vuelve a la vida de la mano de Habitación 116 con una colección inspirada en su obra y un nuevo espacio de residencias para diseñadores.

- GABRIELA ESTRADA

Para Clara Porset, hacer diseño era una práctica social manifestada al habitar; un resultado de arduos procesos de investigación en búsqueda de desdibujar las líneas entre arte, diseño y trabajo artesanal.

Tras su llegada a México en 1935, la diseñadora de origen cubano no sólo se enamoró de la herencia nacional, sino que con el tiempo conseguiría convertirse en uno de los referentes del diseño en México, gracias a exploraciones textuales y prácticas sobre objetos vernáculos y su traducción al lenguaje moderno.

Si bien, Clara visitó diferentes localidades para estudiar los usos y el vocabulario de piezas populares, su hogar —durante alrededor de 20 años— estuvo ubicado en la Ciudad de México, un estudio de 70 metros cuadrados situado en un inmueble proyectado por dos de sus contemporáneos más brillantes: Luis Barragán y Max Cetto. Se trata de un edificio de exterior cubista, ubicado en Melchor Ocampo que responde al periodo racionalista del Pritzker mexicano, quien probablemente también ideó el uso final de la estructura: albergar a artistas.