Estar fuera de los reflectores durante la pandemia le enseñó a Keira Knightley a reevaluar sus prioridades. Fotografiada en el esplendor de la reserva salvaje de Suffolk, habla con Lydia Slater acerca de cómo interactuó con su comunidad, desempolvó sus libros feministas favoritos y saltó en un trampolín para niños vestida de pies a cabeza en Chanel.
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Keira Knightley, usando una chamarra de mezclilla; falda en conjunto, ambos de Chanel. Anillos de diamantes y oro blanco, ambos de Chanel Fine Jewellery.
Es una experiencia reveladora salir a dar una caminata con Keira Knightley, es un poco como salir con la reina de Inglaterra. Cuando nos reunimos, todavía era imposible hacerlo en un lugar cerrado, por lo que hicimos nuestra entrevista merodeando las calles de un vecindario en el norte de Londres donde ambas vivimos. Al pasar caminando, la gente le gritó saludándola y, al momento de que nos detuvimos por un café para llevar, el barista le entregó su bebida favorita sin que ella lo tuviera que pedir. Tener reconocimiento mundial no parece algo tan malo, le digo. Knightley parece sorprendida. “Ay, los conozco a todos”, me explica mientras le manda un saludo a otra persona en la calle. “Ese es Chris, mi vecino adorado...”. Y me hace pensar en cómo he vivido en esta zona durante mucho más tiempo que ella, y aún tengo que especificar cómo me gusta tomar mi capuchino. Debe ser porque ella es excepcionalmente amigable y, aun en un look casual de jeans negros, botas industriales, un gorro y un cubrebocas, sigue siendo impresionantemente hermosa.
Bu hikaye Harper's Bazaar en Español dergisinin Agosto 2021 baskısından alınmıştır.
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