Medidas extremas

Durante una expedición en el Ártico y a la deriva en la banquisa una noche polar, una fotógrafa descubre un profundo tipo de belleza y sus propios límites.

- Por Esther Horvath

DURANTE CASI UN AÑO , el rompehielos Polarstern navegó en la corriente transpolar. A bordo iban unos 100 científicos y miembros de la tripulación, quienes desafiaban el invierno para estudiar el cambio climático en el Ártico. Yo también estuve ahí para fotografiar la primera etapa de la expedición MOSAiC, acrónimo de Multidisciplinary drifting Observatory for the Study of Arctic Climate (Observatorio Multidisciplinario Flotante para el Estudio del Clima Ártico).

Cuatro años antes había caído ante el encanto del hielo durante mi primera comisión en el Ártico. Al regresar a casa juré dedicar mi fotografía al frágil entorno polar que me había cautivado.

Para cuando el Polarstern zarpó de Tromsø, en Noruega, el 20 de septiembre de 2019, ya había estado en otras nueve expediciones polares. MOSAiC era diferente. Para empezar, las primeras etapas tomaron lugar durante la larga noche polar. Por otro lado, cualquier tipo de ayuda se encontraba muy lejos. El buque, atrapado de manera intencional en una banquisa, flotaba cerca del polo norte durante el invierno, cuando el hielo era más grueso. Teníamos que estar preparados para encarar cualquier tipo de situación por nuestra cuenta, desde incendios hasta caer al agua gélida o incluso ataques cardiacos.