La encantadora de elefantes

En este santuario en Tailandia viven paquidermos que han sufrido abusos indescriptibles a manos de sus antiguos dueños

- Douglas Anthony Cooper

En las selvas montañosas del norte de Tailandia, una cría de elefante me ataca. Hurga en mi bolsillo con la trompa y, al no encontrar nada de valor, se empeña en robarme la cámara que cuelga de mi cuello. Si esta cría de dos años fuera más grande, el atraco tal vez habría tenido éxito, pero Pyi Mai mide solo un metro de altura y pesa 230 kilos. He visto ponis más grandes. Su trompa del delito, sin embargo, llena la lente de baba de elefante.

Estoy en Elephant Nature Park (ENP), un santuario que acoge a 118 elefantes, que van desde lo adorable hasta lo desgarrador. ENP ha rescatado a los adultos de situaciones atroces: algunos están lisiados, otros, ciegos; casi todos traumatizados. Aquí están, sin duda alguna, más felices que nunca.

LA CIUDAD DE CHIANG MAI, a 100 kilómetros al sur del ENP, está salpicada de exquisitos templos y recibe unos siete millones de turistas al año. El ENP está a un día de viaje fácil para quienes quieren convivir con versiones vivas de los animales que han visto tallados en antiguas edificaciones.

Chiang Mai también es un centro de actividad elegido por los nómadas digitales. El motivo principal de mi visita era ver si sería un buen sitio para pasar unos años escribiendo mi siguiente novela. Podría explorar sus espacios de trabajo conjunto y cafeterías. No imaginé que me volvería apóstol de un santuario de elefantes.