LAS CASCADAS DEL IZTA

No es necesario llegar a la cima de una montaña para experimentar todo su potencial de aventura y belleza.

- Juan Manuel Gómez

Durante este recorrido por las faldas del volcán Iztaccíhuatl, en uno de los puntos más altos que conquistamos (un refugio de montaña llamado El Mirador, a menos de un kilómetro de la cabeza de la Mujer Dormida), el altímetro registró 3 390 metros sobre el nivel del mar. En nuestro camino pasamos por veredas boscosas, cauces con líquenes y musgo, paisajes panorámicos y una caída de agua de al menos 50 metros.

Estaba indeciso de realizar esta caminata, ya que en marzo de 2020 me fracturé el peroné. Pese a que aún no me rehabilitaba por completo, me sentía bien; además, no se trataba de escalar el Izta, sino de hacer una ruta sencilla por las faldas de la montaña y admirar sus cascadas.

El miércoles tomé la decisión y me puse en contacto con el guía. “Sí hay lugar –comentó–. ¿Necesitas transporte?”. Lo pensé, pero decidí ir por mi cuenta para regresar en cuanto comenzara a molestarme el tobillo. “Está bien –dijo el guía–, en ese caso cuesta la mitad. Te veo el domingo”.