La vida es blanca y bella

“Haz la comida y no la guerra” es uno de los dichos más populares de la región de Karelia, situada en la Finlandia oriental, casi en la frontera con Rusia. Toda un lema vital en un territorio tan salvaje como bello donde volver a amar las cosas sencillas de la vid.

- Lorena G. DÍaz

Karelia es la promesa, cumplida, de decenas de experiencias inolvidables. Densamente boscosa y gloriosamente remota, estamos en un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y posiblemente, el más famoso de Finlandia. Tal vez también el más fotografiado, en cuyo epicentro se encuentra el Parque Nacional de Koli, sobre el lago Pielinen. Un lugar donde todo es blanco y donde no se escatima en actividades al aire libre, puesto que aquí el frío es un estilo de vida. Con un protagonismo inmerecidamente inferior al que ocupan regiones vecinas como Laponia, Karelia se extiende a ambos lados de la frontera entre Finlandia y Rusia, con una cultura, idioma, religión, cocina, música y arquitectura diferentes. Y eso, en un mundo globalizado donde el viajero encuentra de todo en todas partes, supone un valor diferencial que –confieso– es de agradecer.

No comienzo mi viaje a Karelia de la misma forma que el resto de viajes que suelo realizar durante el año. Ahora me toca cambiar los hoteles, con sus múltiples servicios y