El Espiritu De Los Dolomitas

Sus murallas increíblemente geométricas surgen por encima de bosques de piceas y lagos. Este mítico lugar, un verdadero santuario para escritores, senderistas y escaladores temerarios, es el macizo alpino más entrañable.

- Sebastien Desurmont

No ocurre todos los días, ni mucho menos, pero para quien tenga la suerte de poder verlo navegando por la laguna, será una visión inolvidable. En otoño y durante los días con más luz, hay que situarse en la proa del vaporetto que realiza la breve travesía entre Venecia y la isla vecina de Murano, para poder observar a simple vista una majestuosa silueta que destaca a lo lejos: la cadena montañosa de los Dolomitas, situada a más de cien kilómetros de distancia. Los venecianos más ancianos dicen entonces que “la montaña ha sacado sus diamantes”

De eso se trata precisamente, de un brillante adorno. Al mirar hacia el norte en dirección a Belluno, sus cumbres crepitan en este aire puro. El horizonte resplandece con su halo casi fosforescente: una extraña mancha luminosa flota en suspensión, como si fuera una nave galáctica. Los entendidos saben que es la cara sur de la Schiara, una de las grandes paredes de los Dolomitas que domina las llanuras del Véneto. Pero esta descripción no le hace justicia a esta porción de los Alpes, que destaca más por las fuertes sensaciones que provoca que por su geografía.

Y los italianos muestran bastante desinterés por los datos topográficos porque nunca saben dónde empiezan y dónde acaban estos macizos de contornos flotantes, a caballo entre dos regiones, Véneto y Trentino-Alto Adige. En su obra Montañas