Maduremos en nuestro diezmar

MINISTERIO DE MAYORDOMIA Paul Holt Director ejecutivo de Finanzas y Administración

- Trevor Reid

Como discípulos de Cristo, se nos anima a madurar y a crecer en la fe. En su primera epístola, Pedro amonesta a los creyentes a crecer en su salvación (2:2, 3). En su segunda epístola, anima a los creyentes a madurar en su carácter para que sean efectivos como discípulos de Cristo en este mundo (1:5-8). Así como necesitamos madurar en la fe y el carácter, debemos madurar en nuestra generosidad, específicamente en el área del diezmar. Jesús enseñó que debemos dar a Dios lo que es de Dios (véase Marcos 12:17). El diezmo pertenece a Dios; por lo tanto, todos los que confían en Él deben diezmar. Diezmo significa una décima parte. De manera que, diezmar es dar el 10 por ciento de los ingresos a Dios. Si ya damos esa cantidad, ¿cómo es posible que maduremos más? Esta madurez no tiene que ver con incrementar la cantidad, pues todo lo que Dios pide es el 10 por ciento de nuestros diezmos. ¡No existe tal cosa como el 12 por ciento de los diezmos! Igualmente, no hay semejante cosa como el diezmo “voluntario”. Diezmar es un acto de obediencia mediante el cual el creyente da el 10 por ciento de sus ingresos a Dios a través de la iglesia. Al igual que con cualquier dádiva, lo debemos hacer con un corazón que no se vea afectado por lo que damos ni por quien lo reciba. Por tal razón somos instruidos a no solamente dar, sino a hacerlo como propuso en su corazón (véase 2 Corintios 9:7). La madurez al diezmar trasciende la obediencia y la voluntad, porque envuelve la actitud y el agradecimiento del corazón.

CREZCAMOS EN EL FUNDAMENTO BÍBLICO SOBRE EL DIEZMO