LA LEY DE LA COSECHA

La cosecha puede ser un tiempo emocionante para el sembrador que ha trabajado diligentemente para obtener resultados productivos.

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No obstante, antes de segar, se requiere de él mucho esfuerzo y trabajo para preparar los campos, sembrar la semilla y atender de manera consistente y meticulosa todo lo que ayude al desarrollo del cultivo. La siembra tiene que ser regada, podada, fertilizada y cuidada para promover el crecimiento. El sembrador que ejecuta este proceso diariamente anticipa que todos sus esfuerzos le darán una cosecha abundante. El descuidar una cosecha anticipada impactará los resultados que espera el sembrador. Él debe permanecer vigilante en sus esfuerzos.

J. Hampton Keathley, III, declara en sus escritos, “en los seis días de la creación, Dios ordenó la producción de todas las cosas según su género (véase Génesis 1:11, 12, 21, 24, 25). Todos reconocemos que esto es cierto en el mundo biológico y zoológico; pero lo que es cierto en el mundo físico también lo es en el mundo espiritual. Adán fue creado a la imagen de Dios y esa imagen se reproduciría de generación en generación. Dado a que Adán fue creado para tener comunión con Dios y caminar dependiendo de Él, igualmente los resultados de sus acciones fueron su cosecha. Cuando él tomó del fruto del árbol del bien y el mal, cosechó los resultados: muerte espiritual en su propia vida y en la vida de su posteridad. Como consecuencia de su mala elección de vivir de manera independiente, su pecado se transmitió de generación en generación”.