La Cara De La Locura

Shelley Duvall estaba en la cima de su carrera cuando fue la elegida para habitar el famoso Hotel Overlook al lado de quien la llevaría a la locura: Stanley Kubrick.

- Luis Gamboa

2016.

Tantos años después, Shelley Duvall regresaba a la televisión, a Los Ángeles, al lugar donde Robert Altman la había descubierto, como lo que fue en su momento, lo que nunca había dejado de ser: una estrella de Hollywood. Voló en primera clase desde Houston, subió a una limusina, y llegó hasta el estudio del programa del famosísimo Dr. Phil. Se mostró de nuevo al público, tras años retirada, como una Norma Desmond confundida, ausente, y con notable sobrepeso. Sus respuestas denotaban una evidente enfermedad mental: aseguró que su amigo Robin Williams no estaba muerto, que sólo había cambiado de forma, que los alienígenas y el mismísimo Sheriff de Nottingham la perseguían. La locura se asomaba en sus ojos, mientras recordaba el papel que la hizo formar parte de la historia del cine: Wendy.

1979.

Shelley recibió una llamada de su agente. Ella se había preparado para la negativa; no esperaba ser elegida por encima de la bella Jessica Lange, pero, contra todo pronóstico, el papel era suyo. Iba a ser la protagonista femenina de la nueva película de Stanley Kubrick. “El mejor director del mundo”, no dejaba de repetir, marcando a sus amigos y familiares. Puede que hubiera ganado el premio a la Mejor actriz en Cannes, que Altman la llamara habitualmente, que hubiera trabajado con Woody Allen, pero esto era muy distinto. Iba a protagonizar la próxima película de Kubrick junto a Jack Nicholson, adaptando una novela de terror de Stephen King. Hizo sus cuentas mentales, se vio subiendo a recoger el Óscar, compartiendo