NELSON MANDELA

Aspiraba a una sociedad democrática, libre de la opresión contra su raza. Su sueño era un país donde pudieran convivir en armonía negros y blancos, en igualdad de oportunidades. La vida de este líder sudafricano estuvo consagrada a la lucha por los derechos de su pueblo.

- POR CRISTINA PÉREZ SANTOS

"Siempre parece imposible hasta que está hecho", fue una de sus frases más célebres.

Mandela llevó el número 46,664 impreso en su ropa en sus 10 mil días de prisión. Durante su encierro sólo dos momentos fracturaron su probada entereza: el día que falleció su madre y, a los pocos meses, la muerte de su primogénito, en ambos casos no pudo salir de la cárcel, no le permitieron acudir a los funerales.

"Madiba" le llamaban de niño, en alusión al nombre de su clan, en la etnia xhosa. Nelson nació en un pequeño pueblo en la región de Transkei (Sudáfrica, 1918). Su padre no sabía leer ni escribir, pero era un excelente orador que cautivaba públicos, líder y consejero de reyes. De acuerdo con una descripción que haría el propio Mandela, su progenitor era un hombre alto, de piel oscura y porte majestuoso. Le gustaba pensar que había heredado varios de sus atributos, "la crianza, más que la naturaleza, es lo que constituye el principal molde de la personalidad, y mi padre poseía una orgullosa rebeldía, un tenaz sentido de la justicia, que reconozco en mí mismo".