BURDEOS EL PEQUEÑO PARÍS

En esta ciudad, conocidísima por sus vinos, se respira ese ambiente que tanto enamora de la capital francesa gracias a sus elegantes edificios, a sus pequeñas tiendas de antigüedades o a sus coquetos cafés. Encanto a raudales y una gastronomía de diez lo convierten en la escapada perfecta en cualquier época del año.

- INMA COCA

LA CAPITAL DEL VINO

Antes de llegar a Burdeos y brindar con una copa de sus mejores caldos, deberías saber que, en sus alrededores, se encuentran los viñedos más antiguos del mundo. Algunas de estas antiquísimas bodegas abren sus puertas a los visitantes para poder conocer su historia. Encontrarás varias cerca de Saint Emilion, un pequeño pueblo con mucho encanto y lleno de historia. De vuelta a Burdeos, es imprescindible visitar La Ciudad del Vino y disfrutar de su experiencia interactiva y sensorial. Un novedoso espacio en el que conocer toda la tradición viní cola, así como los trucos para saber degustarlo y valorarlo. Por supuesto, se termina paladeando un burdeos en su fantástica azotea con vistas al Garona.

LA FOTO

Imposible irse de Burdeos sin hacer la famosa foto a su Espejo de Agua. Una gran fuente que crea una fina capa de agua en la que se refleja uno de los edificios más espectaculares de la ciudad, el Palacio de la Bolsa, que hoy acoge la Cámara de Comercio e Industria. Aunque esta suele la postal más demandada, no es el único rincón de la ciudad en el que volverse loco a hacer fotos. Otro de los favoritos suele ser La Porte Cailhau, una puerta defensiva medieval de estilo gótico renacentista cuya silueta, con sus altas torres, nos transporta a escenarios de cuentos de princesas.

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