David TRUEBA

Hablamos con el cineasta sobre Taylor Swift, el cine como invento contra la muerte y Siempre es invierno, adaptación de su novela Blitz en la que repite con David Verdaguer tras Saben Aquell

- Andrea G. Bermejo

Amaia Salamanca y David Verdaguer viendo pasar el tiempo en Siempre es invierno.

¿Cómo ha cambiado Blitz en la adaptación que has hecho de tu propia novela?

En esencia es lo mismo pero ha cambiado el ojo. Yo escribí Blitz desde el personaje protagonista que era un treintañero. Al adaptarla la elevé un poco de edad, a los 40, y también yo estaba más cerca de la mujer más que del chico. Y ese cambio transforma la visión.

El tiempo es muy importante en el libro y en la película.

En la película juegas con dos elementos del tiempo. Por un lado, la observación del tiempo, de los días, de las estaciones, como el proyecto de relojes de arena del arquitecto protagonista. Y el otro, evidentemente, es el paso del tiempo sobre las personas: sobre la piel, sobre la carne, las diferencias entre las generaciones...

El tiempo es la materia base del cine.

El tiempo es el gran misterio del cine. Pasan esas cosas milagrosas. Detienen en un estado físico las cosas. Se puede morir Diane Keaton con casi 80 años pero tú sentarte esa noche y verla jovencísima en Annie Hall. Es un invento maravilloso contra la desaparición y la muerte. Al mismo tiempo, el cine en su desarrollo contiene el tiempo. Es un pequeño reloj de arena. En esta película una de las cosas más difíciles de trasladar del libro era que todo transcurre durante un año pero tres días ocupan dos terceras partes de la película y el último tercio lo ocupan 12 meses. Necesitábamos rápidas elipsis entre esos doce meses que contuviesen algo que estaba en la mente del protagonista pero está oculto: el recuerdo y la restauración.

Hay muchas ideas tuyas agazapadas dentro de la película. Por ejemplo, “no se puede estar con un cantante”.