OPENAI

La cuestión sobre quién estará al frente de OpenAl en el futuro es algo más que un tema personal, ya que también se trata del futuro de la lA.

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Con Q*, OpenAl podría abrir muy pronto la caja de Pandora en lo que respecta a la IA.

Rainer Schuldt Redactor 

Su propia empresa despide al CEO y lo echa por la puerta. Poco después, Microsoft lo contrata, pero al final el CEO vuelve a su compañía: en pocos días, el desarrollador de ChatGPT, OpenAI, se convirtió en un auténtico manicomio debido a una disputa extremadamente extraña, en la que estaba involucrado parte del personal de la compañía. En un principio, se informó de que el CEO, Sam Altman, que estaba en el centro de la controversia, se había visto obligado a dimitir debido a una falta de comunicación con el consejo.

¡Decisión tomada!

Sin embargo, poco tiempo después quedó bastante claro que había otros muchos detalles en OpenAI al respecto. En realidad, todo giraba alrededor de las siguientes cuestiones: ¿Qué se le permite hacer a la inteligencia artificial (IA) y qué no? ¿Cómo podemos y podremos utilizar la IA en el futuro? ¿Y hasta qué punto debemos ser cuidadosos a la hora de desarrollarla?

Sam Altman ha vuelto ahora a su cargo y ha salido reforzado de la crisis. Por el momento, esta disputa por la orientación de la compañía parece haber quedado zanjada.

Pero ¿qué significa esto para OpenAI y los desarrollos de inteligencia artificial como ChatGPT? ¿Qué papel desempeña Microsoft? ¿Y en qué consiste el ominoso 'Proyecto Q*'?

¿CÓMO SE PRODUJO LA PELEA EN OPENAI?