Idilio picassiano

Picasso y la Costa Azul: un eterno romance. Guiados por su propietaria, entramos en la casa de una pareja coleccionista y enamorada de la cerámica del artista malagueño.

- NOELIA TERRON-LAYA

Es un hecho que la vida de un anticuario es una búsqueda constante de creaciones bellas, excepcionales y únicas. Cada hallazgo es especial, pero algunos suponen un auténtico flechazo, el mismo que la familia propietaria de esta villa de 1870 en la Costa Azul sintió en 2017 cuando la encontró. La propiedad estaba desvirtuada y necesitada de reformas, pero mantenía todo el esplendor oculto de la belle époque. El padre, un conocido anticuario francés que nos dejó en 2020, y su mujer, decoradora y artista, instauraron un espíritu lúdico a la hora de relacionarse con los espacios y los objetos. Con el tiempo cada miembro de la saga ha ido aportando su estilo. Nuestra anfitriona recuerda la libertad con la que vivieron sus primeros años de casados: "cuando nos conocimos, en los 70, viajamos mucho en un Citröen DS a ferias y salones por toda Francia. Mi marido se especializó en art déco, pero su curiosidad no conocía límites. Un trabajo como el suyo solo puede hacerse desde la pasión".