UNA ROYAL ÚNICA

Mabel de Holanda se sobrepuso a la muerte trágica de su esposo y rehízo su vida no con un hombre al lado, sino con las convicciones que sembró en su juventud.

- SANDRA MENESES

Mabel no tuvo que inte-grarse a la realeza para tener conciencia social, a diferencia de todas las mujeres ‘plebeyas’ que se han casado con príncipes en los últimos 25 años. Desde la universidad, esta mujer nacida en el emblemático 1968 en Pijnacker, Holanda, mostró un arrojo que hoy día vuelca en su apoyo a personas con sida y a la niñez. Y a partir de la muerte de su esposo, el príncipe Friso, también mostró temple y habilidad para los negocios, quizá motivada por el hecho de quedarse a cargo de las dos hijas que tuvo con él: Luana, de 16 años, y Zaria, de 15. Esta es la historia de una princesa como no hay otra.

Criada por su madre y el segundo esposo de ésta, Mabel estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Ámsterdam. En esa época conoció al narcotraficante Klaas Bruinsma, quien le daría fuerte dolor de cabeza a ella y a Friso, aunque sin un motivo sustentado, como veremos más adelante.