Turberas en el fin del mundo

En la Tierra del Fuego de Argentina, estas imágenes del fotógrafo, Luján Agusti, documentan sus "mágicas" turberas.

- Por Sarah Gibbens. Fotos de Luján Agusti

EN LA PUNTA MÁS AUSTRAL de Sudamérica, en una región conocida como Tierra del Fuego, la cordillera de los Andes y prístinos lagos azules crean uno de los destinos más codiciados por los turistas de aventura. A su vez, la humilde cuenca anegada en las faldas de estas majestuosas montañas está atrayendo la atención como centro neurálgico ambiental.

Las turberas de Tierra del Fuego, pacíficas, vacías y silenciosas, están repletas de actividad: proveen de un hábitat a la vida silvestre y son inmensas reservas de agua, así como vastos depósitos de carbono.

Estas turberas, al igual que las que se encuentran en la naturaleza remota de las zonas de montaña de Sudamérica, tienen la capacidad de combatir el cambio climático, o acelerarlo si se les altera. A diferencia de todos los demás ecosistemas combinados, las turberas representan los mayores almacenes de carbono del planeta. Pese a que solo ocupan 3% de la superficie terrestre, acumulan más de 30% del carbono global, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se estima que, anualmente, 5% de las emisiones globales provienen de turberas desecadas.

Si bien muchas de las turberas de Tierra del Fuego permanecen prístinas, se enfrentan a una serie de amenazas: proyectos de carreteras que atravesarán esta región sumamente turística, animales invasores como los castores -que hacen hoyos en la turbera- y la existencia de pocas regulaciones legales para garantizar que en el futuro sigan protegidas de la intervención humana.