LA LUZ DE UNA ESTRELLA

Marion Cotillard personifica el brillo único que cada joya de Chopard persigue siempre.

- EDUARDO VENEGAS

Presencia imponente, desenvolvimiento natural y sofisticación en cada gesto son rasgos que se advierten enseguida en Marion Cotillard. Su repertorio incluye también una capacidad interpretativa a toda prueba y, por qué negarlo, una belleza natural y sobresaliente. Todas estas características influyen en distintas emociones de manera íntima. Con cualidades así, y sabiendo que Chopard es considerado el artesano de las emociones, no es extraño que la firma estableciera una relación con la francesa, no sólo por lo evidentemente atractiva que resulta como figura, sino también por la coincidencia de la marca y la actriz en rasgos como la sofisticación, la presencia y la belleza antes citadas.

El vínculo entre la manufactura y la actriz se remonta a la década antepasada. En 2004, con una carrera cinematográfica que se extendía ya por 10 años, Cotillard recibió el Trophée Chopard, un galardón destinado a reconocer a jóvenes talentos de la industria. Si bien para entonces había aparecido ya en producciones como Big Fish, de Tim Burton, fue en los años siguientes que comenzó a dejar constancia de su talento con frecuencia en películas dirigidas por tipos de la categoría de Woody Allen (Midnight in Paris) o Christopher Nolan (Inception, The Dark