¿Ojeras? ¡nunca más!

A menudo descansar no es suficiente: las ojeras pueden aparecer por bastantes otras causas y revelar un desequilibrio en su organismo. Veamos por qué aparecen y cómo prevenirlas, junto con varios consejos sencillos para que sean menos visibles.

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La sangre y la piel

Las ojeras se conocen como «

Dos tipos de ojeras

La anatomía de la zona -que hace que la piel del párpado esté directamente en contacto con el hueso que rodea al ojo- tampoco ayuda. Y asimismo el movimiento continuo e involuntario de los 22 músculos periorbitales situados alrededor de los ojos (al reír, bostezar, llorar...) aumenta la distensión de la piel en el contorno de los ojos.

En general se habla de dos tipos de ojeras, identificables según su color:

Azul violáceo (vasculares o circulatorias). Son más visibles en pieles claras y se deben a una mayor vascularización y dilatación de los capilares por problemas circulatorios. Entre sus causas más comunes están el cansancio, el estrés y el consumo de alcohol, tabaco y medicamentos.

Marrón (pigmentarias). Más típicas de pieles oscuras, se deben a un exceso de melanina (es decir, a un mayor depósito de pigmento). Suelen relacionarse también con un exceso de exposición solar y con ciertos cambios hormonales.

Lo que propicia las ojeras

Las ojeras, que afectan tanto a hombres como a mujeres, pueden ser transitorias o bien permanecer en el rostro de manera casi constante; si es así, pueden deberse a una predisposición genética, pero también ser síntoma de un desequilibrio en el organismo. Por eso conviene saber qué factores hay detrás de ellas. Entre las causas más habituales de su aparición o acentuación tenemos, por ejemplo: