Disruptores endocrinos una plaga silenciosa

Tanto en el medio ambiente como en numerosos productos de consumo abundan las sustancias que alteran el sistema hormonal. Urge reducir el contacto con ellas.

- REDACCIÓN DE INTEGRAL CON INFORMACIONES DE JOHAN SELLARÉS, MONTSE CANO Y CLAUDIA B.G.

Lagos y ríos en silencio

Ocurre en todo el planeta: cada vez hay menos ranas en ríos, lagos y charcas por la reducción de las poblaciones de anfibios. Al mismo tiempo, mujeres y hombres experimentan mayores dificultades para tener hijos porque el semen pierde calidad y las mujeres sufren alteraciones reproductivas. ¿Existe una causa común para este desastre silencioso?

En el origen de los dos fenómenos (y de otras enfermedades y problemas ambientales) se encuentran los disruptores endocrinos, unas sustancias contaminantes que se hallan por doquier (en la casa, los alimentos, los cosméticos, la ropa, el aire) y que se acumulan en el cuerpo. Lo preocupante es que se está haciendo muy poco para evitar la contaminación con estas sustancias.

Científicos y autoridades sanitarias acostumbran a evaluar su toxicidad en función de la dosis a corto o medio plazo y les preocupan sus efectos cancerígenos, neurotóxicos o sobre órganos concretos, ya que se ciñen a la toxicología clásica. Sin embargo, los disruptores endocrinos u hormonales son venenos complejos que actúan en dosis mínimas. Además, tardan en provocar la enfermedad varias décadas y pueden producir efectos distintos en función de si se es mujer u hombre, niño o adulto. Por eso pasan desapercibidos mientras siguen causando graves daños.

Impacto en le organismo

Como consecuencia del desconcierto científico y de las autoridades, las prohibiciones están llegando más lentamente de lo que esperaban expertos como Theo Colborn, John Peterson Myers y Dianne Dumanoski, que en 1999 dieron a conocer la amenaza que representan en el libro Nuestro futuro robado (Editorial Ecoespaña).