ÁNGEL O DEMONIO

El encaje ha pasado de ser símbolo de estatus a sinónimo de seducción.

- NATALIA SILVA

La hija de un falsificador de arte le propone a un famoso ladrón robar del Louvre una estatuilla falsificada por su padre. La película es How to Steal a Million (Cómo robar un millón), la actriz es Audrey Hepburn y el vestuario elegido por Hubert de Givenchy para esta escena es un vestido línea A con mangas en transparencia, acompañado de un antifaz de encaje; un material con más de cinco siglos de historia que sabe mantenerse vigente más allá de tendencias.

El enigma del encaje es que puede lograr la sensualidad y el misterio que le dio al personaje de Hepburn, o la sofisticación y la impoluta pureza del vestido de novia de Grace Kelly. Su versatilidad nos trae piezas que pueden acompañarnos desde el nacimiento, en el vestido de bautizo; en la juventud, con la subversión de las piezas transparentes; o en la solemnidad de un velo luctuoso.

«En su origen era un textil bordado a mano, que podían llevar tanto los hombres como las mujeres; no fue hasta el siglo XVIII cuando adquirió un carácter plenamente femenino»