Promesas hispanas en Hollywood

- Carlos Jesús González

Son ocho cineastas iberoamericanos. Además del idioma y del hecho de haber nacido en la década de los 70, poseen como denominador común una enorme versatilidad a la hora de involucrarse en la labor cinematográfica: no conformes con dirigir, también escriben, producen y en ocasiones incluso actúan y componen la música de sus películas. Después del éxito recabado por la generación de Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo Del Toro, son ellos quienes encabezan una nueva cantera de talento exportable. Ahora que Nacho Vigalondo estrena Colosal –protagonizada por Anne Hathaway– presentamos a los que hay que seguirles la pista.

Pablo Larraín (Chile, 1976)

Honestamente, Larraín es lo mejor que le ha pasado al cine chileno en toda su historia. No contento con haber conseguido con No la primera –y única– nominación del país sudamericano al Oscar, a continuación dirigió tres clásicos instantáneos: El club, Neruda y Jackie. Por si fuera poco, Fábula, la productora que fundó con su hermano Juan de Dios, ha respaldado proyectos de otros directores chilenos de enorme potencial, como Sebastián Lelio (Gloria). Su cine es descarnado y directo, pero sin perder nunca un toque profundo y equilibrado de poética. A estas alturas se podría dar el lujo de filmar en Hollywood el proyecto que quisiese con total libertad creativa e integrarlo con el elenco que le diera la gana. La cuestión sería saber si seguirá teniendo interés en ello.

Fede Álvarez (Uruguay, 1978)