La monja – La fe convertida en demonio

Entre leyendas, mitos y estructuras góticas, visitamos el set de La monja para comprobar que en el universo de El conjuro ningún visitante está a salvo.

- Por Antonio Camarillo

Rumania es un país de leyenda. Situada en las lindes de Occidente y Europa del Este, la Bucarest moderna no oculta su pasado enigmático: en el distrito de Hunedoara, a unas dos horas de la capital, se encuentra el Castillo de Hunyad, una espectacular fortificación de estilo gótico de imponentes torres y murallas que se yerguen en las alturas. Se cuenta que en ella, Vlad Drăculea, príncipe de Valaquia, permaneció preso durante siete años luego de haber sido depuesto en 1462 por Juan Hunyadi, quien detuvo el avance de los turcos tras la caída de Constantinopla en 1453.

En las afueras de la ciudad, a escasos metros de otro castillo, se encuentran los estudios de Castel Film, una fortificación cuyos muros guardan ya no algún misterio arcano e insondable, sino los secretos del cine. Edificados en 1992 por otro Vlad –el productor Vlad PÄunescu– y por Charles Band, fundador también de emporios como Empire Pictures y la legendaria Full Moon Features, aquí se han producido más de 350 películas, incluyendo lo mismo serie B, que cintas como Regreso a Cold Mountain (2003).

Detrás de sus murallas, entre las callejuelas de un viejo pueblo del Oeste, se encuentra el foro que alberga el set más grande de la nueva producción del “Universo El conjuro” (como ya se le bautizó oficialmente). La monja es la quinta película del mundo que inauguró James Wan –también artífice de las franquicias de Saw y La noche del demonio– con El conjuro en 2013. A ésta le siguieron El conjuro 2, las precuelas Annabelle y Annabelle: La creación y, próximamente,