Un arquitecto memorioso

Rubén Ochoa es un defensor del patrimonio arquitectónico de la colonia que lo vio crecer en los años 60, la San Rafael.

- Por Carlos Acuña

La pregunta siempre regresa: ¿cuál fue la primera colonia de la Ciudad de México? Para algunos, la de los Azulejos, hoy Santa María la Ribera; otros juran que fue la colonia Nuevo México, hoy incorporada al primer cuadro del Centro Histórico.

«No, no. La primera fue la colonia de Los Arquitectos. Aquí donde estamos ahora. Estas ocho manzanas que después absorbió lo que hoy es la San Rafael. El proyecto era más grande, pero por la invasión estadounidense en 1847 se interrumpió».

Quien habla es Rubén Ochoa Ballesteros. Este hombre, de 68 años, apariencia de dandy y memoria de prodigio se dedica a combatir el embate de los grandes desarrollos inmobiliarios y la gentrificación que atropella las calles donde creció. Arquitecto de profesión, especializado en restaurar construcciones antiguas, su misión no se limita a resguardar las fachadas de los inmuebles; se trata, asegura, de lograr que el barrio permanezca vivo: con sus habitantes originales, mercerías, jarcerías, cantinas, café+s y misceláneas.