El rey del Blues

El diablo, Rodolfo, ahí está siempre. Lo reconoces porque trae su armónica en los labios convirtiendo las calles del Centro en un santuario del blues.

- Por Carlos Acuña

Mírate: 64 años y todavía tus gafas oscuras ocultan la mitad de tu cara. El sombrero de ala corta, el juego de saco y chaleco, todo en negro excepto tus zapatos color vino. Serías una caricatura, Rod, si no fuera por la armónica. Ahí estás, cinco días a la semana, tocando en las calles del Centro canciones de Sonny Boy Williamson, Big Walter Horton, The Doors, siempre junto a ese puñado de veinteañeros virtuosos que te acompañan en la guitarra, el bajo, el saxofón, en torno a ese carrito del súper medio destartalado que quién sabe de qué supermercado robaron, conectados a pequeñas baterías eléctricas, peleando otra vez con la policía para que los deje tocar. Serías una caricatura, Rod, si no fueras un prodigio e hicieras rechinar la armónica de esa forma.