Debatir el aire

 

- Por Alfredo Narvaez

Febrero, 2018. Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Las presas están tan secas que el gobierno puede imponer una multa de más de 800 dólares a todo ciudadano que consuma más de 50 litros de agua al día. Para una ducha de cinco minutos se necesitan casi 100 litros. La sequía lleva ya tres años. Si esto sigue así, en mayo las presas alcanzarán un nivel crítico: la población tendrá que hacer fila para recibir una ración diaria de 25 litros de agua e intentar sobrevivir con ello.

Febrero, 2018. Ciudad de México. Un grupo de cinco niños y una niña se planta afuera de las oficinas de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), en la colonia Nápoles. Con tapabocas blanco, posan junto a un par de pulmones gigantes, uno de ellos negro, mientras exhiben una manta con un mensaje: «Cofepris juega con el aire que respiro». Han pasado casi tres meses desde que Greenpeace México pidió a la Cofepris «el ajuste inmediato de todas las normas oficiales mexicanas sobre calidad del aire a los valores que representan más protectores de la Organización Mundial de la Salud». No han obtenido respuesta.

No es el apocalipsis, pero el mundo está cambiando y, con él, el destino de las ciudades. A principios de año, un equipo de investigadores de la Universidad de California analizó los datos de nueve mil estaciones climáticas de todo el mundo. El estudio, publicado en